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Trasfondo, Fuentes y Copyrights La historia es de sobra conocida: El emperador romano Adriano (76-138 dC.), se enamoró del muchacho Antinoo (aprox.110-130 dC.). Desde ese momento, éste acompañó a Adriano en sus dilatados viajes a lo largo y ancho del Imperio. A la edad de 20 años, Antinoo falleció ahogándose en el Nilo. El monarca lamentó la pérdida de su amigo durante el resto de sus días. Hizo levantar una ciudad, Antinoopolis, en el lugar donde Antinoo había fallecido. En la residencia de su vejez, la Villa de Tívoli, se rodeó de estatuas y bustos de Antinoo. Se dio el nombre de Antinoo a una estrella o constelación.
Unas ciudades, en deuda con el emperador, unieron el nombre de Antinoo al del dios local y erigieron estatuas del ídolo. Surgió un culto a Antinoo, y se levantaron templos en su honor. Esto tuvo como resultado que, de entre todas las estatuas de la antigüedad encontradas el la cuenca mediterránea , las imágenes del muchacho se cuenten entre las mas numerosas. Su culto alcanzó una cierta resonancia, sobre todo en la zona oriental del Imperio, y se puede trazar su supervivencia hasta finales del siglo V. Un retrato mas preciso de su extensión espacial y temporal, de sus características, supera la finalidad de este sitio.
La intención de la colección que sigue es mostrar el mayor número posible de retratos de Antinoo repartidos en museos y colecciones privadas por todo el mundo, y posibilitar así la comparación entre las sorprendentes variaciones del ideal.
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El especialista en el tema es J. C. Grodos de Bruselas, a él deben de dirigirse para todas las cuestiones referentes al tema de Antinoo. Como creador y autor de este sitio, yo soy el responsable legal, moral y técnico, de esta colección. Phoenix de Dresde, y J. Rohrbach de Madrid son dos miembros más de nuestro equipo internacional. Además, queremos dar las gracias a otros útiles colaboradores como Barry Stone de Brisbane y Othmar Rahm de Bonn.
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